domingo, 20 de febrero de 2011

Cachemira

"...el Viejo Ebrio del Tiempo me miró a los ojos. Se me cayó el alma a los pies y comenzó a reptar entre nuestras piernas. No le di importancia a ese suceso y continué hablando con el Viejo.


El era el auténtico creador de todo, y se había presentado ante mí para decirme algo, que no me pude creer (e, incluso ahora, sigo dudando), y lo veía con mis propios ojos, pasándose el dorso de la mano por la nariz para quitarse los mocos que se le escapaban por el resfriado.
-¿Quieres ser mi esclavo, negro?- me dijo lo primero, continuado de una sonorísima carcajada que llego hasta el final del universo.
No tuve más remedio que acompañarle en la risa. Era demasiado intenso. Yo ya era su esclavo. Era su creación, su hijo, su juguete, su mascota, una hormiga obrera de una de sus granjas de hormigas, repartidas en universos.


Como iba de humores buenos, me atreví a plantear una pregunta de Tu a Tú.
-¿eres realmente sabio?- pregunte.
-A ver, como te lo puedo explicar... ¿entiendes el concepto del conocimiento, no?
-Si, creo.- dije, esbozando una modesta sonrisa.
-Pues el conocimiento soy yo.


Entonces, insólitamente, levanto la pierna, se tiró un pedo y me dijo:
-Mira, ¡acabo de destruir un universo!


No podía creermelo. Básicamente conocí a el equivalente de Dios en la realidad. Y en verdad, era nada y lo era todo a la vez. Fue un pensamiento tan abstracto que me dejo sin habla, mientras veía como asaba una res mediante el fuego de sus manos..."

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