martes, 16 de septiembre de 2014

Richard Lionheart era masón

Mis dedos bailan al ritmo de ofrece Bowie. Bowie y Julieta Venegas (omnipresente en la B.S.O. de mi vida para recordarme que todos cometemos errores y somos un poquito freaks). Mientras que los dedos bailan al compás de la ranchera espacial que surge del noúmeno viviente, los microbios del teclado se abalanzan sobre ellos, queriendo infectarlos y agarrarlos y no soltarlos nunca. Pero es imposible infectarlos: los dedos llevan trajes de astronauta (¿no les dije que estaban bailando una ranchera espacial?) y además, los dedos son gigantes respecto a las bacterias del teclado en el que bailan.

Deberían verlos. ¡Qué gráciles y graciosos se encuentran! 
Son felices. Son raros. Son dedos. Dedos carapáchicos y medianos, como hobbits. Dedos que han conocido el amor pero que extraña el roce de otros dedos. Dedos sin mano. Morenos y panzones. Y esos dedos extrañan el frío, el hielo, el pelo y la montana. Esos dedos que extrañan el picante de la vida y los cafés. Esos dedos extrañan quemarse.

Los dedos se hartan de bailar y  buscan otra actividad. Escriben un poema con una pluma, que para eso son dedos y luego se sientan. Con sus culos de dedos, se dedican a buscar sitio para leer el poema.


Sachispa, birbiriloque.
 Majuto y mogamba cibreña
Paocohlo y manga brasileña.
Poniente del Sol, bien morante.

Gadarme el café, Niña-moza.
Gadarmelo antes que el frío
me lo agardeme como no me gusta
y te lopre el cabes, Niña-moza.

Ven tuertito, a probar la gardada
que la Niña-moza ha agardado:
donde esté mal gardada, la lopres
bien fuerte y tuso, tuertito.
Donde no la tuses de bien
Tuertito será el bien tusado. 

Biendique, Marido. Biendique, 
que vienes del monte con chancho
mañana te jalas las rosas
¡qué malas podridas saliron!

Marido, antes de biendiquearte trae
de los hoyuelos del cielo
de la cocina de nafta
de las boticas del Pedro:
Una cuchara gardada,
un aparato de lopres,
unos del tanque del tuso
y un aguardiente de gallo.

Vente pronto con las cosas:
son los rituales de Mayo.

Los dedos estaban contentos. Y bueno. Si algo sabían hacer era imitar a la abuela.

sábado, 23 de agosto de 2014

A lo mejor llegamos tarde, y todo...

Vamos a buscar en la bolsa del corazón, del cerebro y de la vida que es mía y de nadie más; para ver qué es lo que siento y padezco. No es fácil, porque soy un bisoño y un tonto que difícilmente comprensible se revuelve y más que no sabe hablar en otra cosa que en 1ra persona del singular. Pero sería más raro hablarlo del plural.

Lo que pasa es que, como en otras ocasiones, me siento como muda de bicho, como falso fantasma y figura que no es. Como sombra de la Caverna. Pero eso no es posible porque en realidad, soy bastante honesto con la realidad. NO se.
No se explicar lo inexplicable. Sólo soporto este momento de explosión que me indica que debo parar ya porque no lleva a ninguna parte este rio de letras digitales (sí, digitales porque las "digito" con los dedos. Si, bien chistoso yo, ¿eh?) y de locura espacial que no puedo decir. Quizás hablando de la musa se me pase. Pero la musa no existe.
Se llama Ima y ya les escribí sobre ella una vez, en otra parte de esta gran marea cibernética. Ima lo es para mi como lo es para ustedes, que me leen vouyeurs. Ima es una musa que no está en el Olimpo, junto con las otras Musas y Gracias. Ima es de todos. Es mujer, porque las mujeres han hecho parir el mundo; y además es bonita porque es diferente para cada uno de nosotros.
Yo no escribo sobre el amor porque el amor quiero vivirlo, quizás le haga poesias pero porque el Amor lo siento.
Quizás lo de por los abrazos porque el Amor lo expreso. Pero aún así, yo no hablo sobre el amor.
Ustedes no  saben el gusto de ahora que tengo: esa sensación maravillosa de oír fluir las letras, de teclear mecanográficamente es casi divina y musical,. Pero no sé, es escritura libre, como libres son mis pensamientos al fluir. No se qué contarles porque yo, aquí, se supone que no voy de cuenta cuentos sino de hojemblanco que leer y no me voy a apropiar del bello oficio de contar cuentos. No se qué contarles, pero a lo mejor les cuento por que no sé que contarles.
Verán, dijo una vez el bello y viejo Gabo (¡ay, Gabo! ¿por quñe te moriste cuando todos te queríamos inmortal? No para explotar te y leerte eternamente y para siempre, sino para verte vivir, para darnos seguridad; como lo hace un dios con sus piadosos creyentes. Gabo, por que te moriste si nunca te pude conocer. No pude viajar al DF de loco a verte y a besarte la mano como si fueras un Papa cenagoso y gigante. ¡Ay, Gabo! Ojalá fueses mi abuelo o mi padre, para encontrar una razón fuerte y lucida para quererte tanto como te quiero...) que para escribir bien hay que creerse mejor que Cervantes. Y bueno, tenía razón. Cervantes es la ostia. ¡Y es español, para colmo! Miguel era manco, pirata, bravo e hidalgo. Joder, todo lo tenía. Pero murió. Al igual que Garcia Marquez. Pero nos dejan sus letras, que es como si su conciencia siguiera a flote junto con nosotros.

¡Ay, Gabo! No se qué escribir para creerme mejor que Cervantes pero, créeme: allá donde putas estés te llegará algo mío escrito para superarte. Y creeme, puto viejo increible que te superaré, colombiano de los huevos.
Muere bien. Descansa en paz sabiendo que nos has hecho a todos (de vez en cuando, con tus letras amargas y solitarias) muy felices. tanto como para quererte por nuestro abuelo.


Y por eso, Big G, vuelvo a abrir este espacio.