viernes, 16 de septiembre de 2011

"Amoreux" se escribe sin hache

Dulce es la guayaba que se come el Tuerto Lázaro mientras su vida pasa delante de el, condenado a muerte por la Sociedad en la que vive. Le gusta el sabor afrutado del jugo que absorbe lentamente por su pajita de plástico con lineas de colores verdes, perpendiculares a la perpendicularidad de el mecanismo absorbente.


Mira por si mismo y no por los demas ese hombre que tiene la espalda dada desde que nació pobre diablo con mala estrella. Latas de conserva de la fábrica de su padre viejo e impotente recuerdan el sabor de su niñez, diferente al que prueba ahora en su boca de guayaba. El oxidado sabor de la piña en lata, producto ofrecido a su primogénito por el señor Lázaro Mayor, que era como llamaba el Tuerto a su padre en su mente.


Ofrece jugo a la gente que pasa por encima de él. Estos miran con asco sus pantalones viejos y orinados por los perros vagabundos de las calles. Verdaderamente bueno esta el día.


Se levanta nuestro tuerto con las caderas bamboleantes de tanto se molidas a golpes. esos golpes que recibió siendo un soldado rebelde. Soldado del colegio militar al que su padre lo mando cuando le llegó la muerte por sorpresa y se vió obligado a mandar a su hijo, pues nadie le podía cuidar. Mientras, el amor de Lázaro Menor iba siendo mermado por su infatigable habilidad de cuestionarse las cosas por puro niño de 9 años.


Molido los huesos, termino de tomarse su jugo, se levanto y dirigió sus pasos a otra terrible aventura de su vida, miserable y grande...