viernes, 11 de enero de 2013

Farinha e vinho tinto

Estaba el Humano sentado en una silla vieja, resquebrajando unas carcasas de patatas entre los dientes y sintiendo el regusto a tierra de la piel de la patata. Su madre le decía "¡No se tira NADA de la comida!". y tenía razón, muerta razón.
Esa razón inconsciente fue la que le llevo a pensar en su madre y, dicho sea de paso, a hacer retrospectiva de como había llegado hasta allí. Acompañemosle pues, en su retrospectiva:

Nació con los truenos de la Primera Batalla, en aquellos oscuros y desconocidos tiempos en la que la Utopía Social llegó a su máximo exponente. Los hombres eran libres de tomar sus decisiones, eran trabajadores de sus propios productos y los excedentes de su producción eran intercambiados pacíficamente, en una muestra de bondad natura y humana. Siempre, después de una catástrofe, la solidaridad y el cooperativismo de la gente de la gente se dispara. Tan grande fue La Catástrofe para que llegase la Utopía Social...

Las asambleas se resolvían continuamente y todo el día, el la Plaza de la Asamblea, a las afueras, junto al Refugio. Era esta su situación para que las personas, en caso de catástrofe, pudieran estar seguras cerca del lugar de discusión sobre el autogobierno. El Presidente lo consideró algo vital y mandó a implantarlo en todas las aldeas, tomando así la idea del humilde pueblo de Tacna, situado en la moderna Nación del Pacífico. Todo cambió tanto después de La Catástrofe...

La gente tenía tiempo de producir, formarse estudiando en las Universidades de Provincia y de realizar acciones colectivas con otros ciudadanos para tratar de mejorar la aldea en idea del progreso común.
Habitualmente se hacía deporte y ejercicios gimnásticos, esta era la única idea de competitividad entre las villas y aldeas. Así pues eran destacables la Macroaldea de Malí en la Nación Africana por sus buenos jugadores de Rugby y grandes corredores, las aldeas de Hanoi, Bangladesh y Borneo por su poderío en los deportes acuáticos o la Nación de Catalonia por sus excelentes aviadores (de aquí salieron los héroes de la Segunda Batalla Marti el Catalán y Clara Boya, la chica de la Profecía...)

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