jueves, 31 de enero de 2013

El robo de las gominolas

"El arte de bailar solo, de dar los pasos correctos por la habitación desordenada, tropezando con absolutamente todo y siendo dueño de nada.
La maquinaria del cuerpo se exalta, se excita, se estira y rebota, bailando solo...
Mientras el bailarín de la soledad pasea por el viento y el aire, su Daimon particular le acompaña, siendo este solo producto de su imaginación. Sin embargo, y a pesar de estar solo, baila de una manera tan bella que solo puede haber una explicación: al bailar con su Daimon, este le enseña a bailar"

"Y este pobre loco, que es Jaime, sigue por las calles con su gorrito de vagabundo. Todos le creen diferente, pero solo es un hombre que escucha a su mente, a su voz interna, su conciencia...."


Eshtta intento darle sabor al guiso de pollo que estaba cocinando, mientras pensaba en su última clase sobre Pensamiento. Fue a la Vieja Nevera de los ruidos a coger un poco de curry. La nevera se había estropeado durante la noche y el curry estaba amargo por el coco que llevaba. Una pelusillas blancas, sabor a moho, salpicaron el guiso de pollo y lo sazonaron. 
"Los pobres no pueden permitirse prescindir de cualquier tipo de alimento", pensó Eshtta, mientras recordaba como se había descubierto la penicilina. 
 Una mueca de asco y felicidad se posó en su cara, mientras una pequeña mariposa se asomaba por la ventana sin rejillas para ver otro día más al hombre de quien se había enamorado.

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