lunes, 24 de enero de 2011

Todos los idiotas son felices, Jealous boy...

Vuelas y te masturbas, ángel mio, mientras John Lennon ameniza nuestra velada enjaulado. Lloro de felicidad, porque he olvidado quien soy por un momento y me he dejado llevar por los químicos que son el alcohol y el tabaco. Me relamo los labios con sabor a cielo y sacudo las plumas de ángel de mi jersey viejo. Tengo la esperanza de que vuelvas a dormir y a soñar con un mañana, en el que brevemente   estemos muertos de frio , apoyados el uno contra el otro con un par de birras en cada mano.
Mi sueño es simple, pero ¿es posible?
Dios nos ama. Jesus se encargará de complacernos. Sendos ateos que blasfemamos, prácticando el coito en la iglesia (eso si que es pecar de original)
Y mientras, el tiempo pasa y suenan las campanas que indican el final de una clase y el principio de otra. Aprovecho esos momentos para mirar y ver un ángel volar hacía mi y pedirme un abrazo y un tabaco. Se lo doy y vuelvo al mundo real, donde estamos distanciados por una simple burbuja a la que ambos amamos y odiamos tanto como a Dios.

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