viernes, 28 de septiembre de 2012

¡También aprecio a Cervantes!

Viendo un trozo de cielo, caminante yo, me siento más pequeño. Me siento agobiado por la inmensidad del vació del aire. No llego a imaginar cuan grande puede ser.
Esa sensación de ver un pedazo, minúsculo, quizás una porción entre cuatro edificios gigantes...
...y ver ese trozo de gris...

Me hace sentir tan pequeño, tan imposible y tan hombre. Nunca llegaré a ser grande. Y eso es lo único que quiero. Dejar de ser un miserable y un hombre simple, un inútil y un mediocre. No soy Vargas Llosa, ni mi tío, Gabo Márquez. No soy Benedetti, Cortázar ni Borges (¡ay! algún día, te leeré, Borges...) Me da mucha rabia ser Kevin Ramírez, y que no me lea nadie, no se importante. Solo ser un pobre caño que destila sus paupérrimas frases sobre un mar de letras.

Recito mi Mantra de la Ignorancia mientras medito en las calles de Madrid, húmedas. Llenas de humo y vaho. Siento el peso del Ozono sobre mis anchas espaldas y rezo porque algún día, me levante y escriba un libro, como aquella mágica noche en la que vi una estrella fugaz en medio del cielo contaminado de esta ciudad  y deseé con todas mis fuerzas llegar a ser un buen escritor. Iluso de mi...

¿esto, lo escribo a alguien o acaso a mi mismo?


...NADA DE LO DE AQUÍ ES ANALÓGICO...
(...esto tampoco...)

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