Te quiero solo porque eres imbécil, que lo sepas...
Vendiste la carne más barata para el poeta más pobre. Para el más pobre de los poetas, aquel que vendía barato y bueno a veces. Vendías tu carne para alimentarlo, para que se desarrollara. Y acabaste matándolo. Con tu carne poco nutritiva y antinatural. Con tu alimentación poco constante, con la profanación de su paupérrima alma y la perpetuación de tus sueños en él. Aquél poeta maltrecho, que ahora llora solo o acompañado, aquel que te hizo daño con más aún que palabras sino con el corazón, como se daña de verdad. Aquel poeta, ahora viejo y poco exótico pero igual de pobre. Sí, ese demonio que ahora ronda las casa de putas buscando cariño o un sucedáneo de él por doscientos pesos, más o menos.
Pero por esa traición cochina que tu hiciste, puedo tenerte a mi lado ahora mismo así ¡que besa mis labios, habibi!
No hay comentarios:
Publicar un comentario