domingo, 14 de julio de 2013

"El último tango lo bailamos hace mucho, Abigaíl..."

La tarde estaba carmesí, como todas las tardes que se ponen coloradas por el sol, cuando éste se va a acostar y nadie se da cuenta de lo maravilloso que es solo hasta que sale en Instagram. En esos momentos de Sol agónico y eterno me dan ganas de llorar, pero le pasa a todo el mundo.
Amar es difícil, pero ser amado es tan bonito. Ni siquiera amado, simplemente sentirte importante o al menos tener a alguien constante con quien se pueda hablar con el corazón y decir cosas inapropiadas o vergonzosas que pongan los mofletes del color rojo carmesí, color atardecer.

Dicen algunos que la sinceridad se encuentra en los ojos pero ¿y si no es así? ¿y si la sinceridad es un presentimiento o una intuición? Quedaría todo tan relativo pero ¿y si es mejor así?. Se buscan demasiadas cosas, demasiados valores. La vida es más simple. La vida son momentos que pasan, se usan y se desechan. Como bien dije aquella vez, la vida es como una caja de preservativos de los caros. Veinticuatro.

Mi vida es un ¡Ay! constante. Tengo buenos recuerdos, y vivo en un preservativo constante para no introducirme de lleno en esta sociedad infecciosa pero ¿y si quiero infectarme?



"...y decirte alguna estupidez..."


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