lunes, 1 de agosto de 2011

Sientate y defrauda

Cada día que pasa, el alcohol en el cuerpo aumenta en cantidad, pero hay un frío sentimiento de infelicidad cada vez que lo bebo. El trago antes de dormirme me hace ser un tipo simpático, algo pesado pero de muy buen corazón. Yo me embargo de apatía, como si un gran resentimiento contra el genero Humano ha fuerze a sentirme así. Y no me lo perdono.
No perdono las heridas, antes de la felicidad; ni tampoco los litros de alcohol que corren por mi cuerpo y matan mis neuronas me harán olvidar el sentido que tenía la autodestrucción antes, en mi estado de Superhombre-nihilista, demasiado ocupado en ser infeliz como para darme un capricho de sencillez y saludar con amabilidad a un conductor de autobuses.
Pero el tiempo pasó y ahora no me encuentro. Busco y busco y he dejado de ser quien era. Mejor dicho, he dejado de sentirme incómodo conmigo mismo y he descubierto partes y habilidades desconocidas para mí. 
Siento paz mental, años tardé en hallarla. Ceso mi búsqueda y no tengo palabras. Brindo mi placer en formar corteses; y oxido el odio social y represivo en el que me encontraba.
Gracias doy a ese rayo de suerte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario