jueves, 24 de marzo de 2011

Ella se puso mis calzoncillos.

Soy feliz con acordes, respiraciones pausadas e ilusión de tontos en mi cabeza, pero soy feliz. Era difícil y tan grande que todavía estoy sin creérmelo. No me apetece dejarla ir, porque vale la pena pasar el rato con una Reina. Tiene que ser libre. Tiene que amar y ser amada y respetada.



Se me echaba el tiempo encima, pesado como la manzana de Newton, que llevaba todo el peso y la densidad de la cantidad de libros de física que derivo esa estúpida fruta prohibida del Edén. 
Caminaba mirando al suelo y mareándome, viendo a las baldosas moverse como suelo que se mueve. Se me metió a la mente el uno de esos recuerdos que vuelan por allí, libres, y cuando te ven corren a abrazarte y a estrujarte el cerebro (tanto que lloras de nostalgia).
El recuerdo era de un sueño que tuve de joven (13 años): yo tenía poderes. Era capaz de controlar el espacio. Es decir, doblaba las cosas, movía el espacio. Era maravillosa la imaginación que tenia en esa época.

Recordaba las bocas de las pequeñas que besé de niño (acababa de terminarme Lolita, de Nabokov y estaba obsesionado con las nínfulas). El sabor a caramelo y a dientes de leche, a caricias prohibidas y palabras bajo las sábanas, a matrimonios en el recreo junto con las miradas tiernas e ilusas de vivir un sueño. Me di cuenta con esa retrospectiva del pasado, que iba a ser un gran amante.

"se parecía al "PESADILLA" de Metroid..."


Recordaba a Pikachu y a mi Charizard como si hubieran sido reales. Mientras esperaba en un café de Madrid y dibujaba a un monstruo supergrande que se parecía al "PESADILLA" de Metroid. Vi pasar a muchas personas y me imaginé la vida de cada una de ellas: de los obreros, de mis compañeros inmigrantes, de el amor de mi vida, que se acercaba lentamente hacia mi con su correspondiente sonrisa y escote perfecto, a los profesores y estudiantes,etcétera.

Y de repente, subí al cielo, al ver que una angelical mujer se elevaba hacia el reino de Dios con mis manos junto a las suyas, mientras batía sus metafóricas alas, llevándome con ella y haciéndome olvidar todo...

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