domingo, 1 de mayo de 2011

Lugares inesperados: Capadocia

Perdido el sueño, no queda sino batirnos en lo que antes fue nuestra literatura, y ahora cría polvo de estrellas (sexo de las nebulosas en Supernova, como decía antiguamente) en los rincones apartados de nuestras cabezas. El tequila esta pendiente, la pantalla se ilumina y el teclear fluye constantemente, como si de un río de palabras corriera hacia la pantalla y se queden solo las importantes.


A veces me pregunto que me deparará el futuro. Creo que ciertas cosas seguras voy a tener (alguien que me quiere, un vaso de agua y el periódico gratis que reparten todos los días en el metro. Quisiera pensar que voy a tener el apoyo de mi familia en el futuro, pero me da que no, que inevitablemente haré algo en contra de su total, absoluta y férrea voluntad y que todo se ira felizmente a la mierda. ¡Eu sou muito gostoso!

Que guapo que era el ché...


También me gusta recordar el pasado, como los viejos nostálgicos argentinos que toman su matesito mientras se fuman un sigarro frente a sus casas, recordando a Evita, a Gardel y los viejos tiempos en los que los gallegos les llegaban nuevos. Recuerdo a Cortázar y su último Round... Que viejos se hacen los días, madre de dios...


Lo que más miedo me da es perderme, no se como explicarlo. Esa sensación de dejar de ser tu. Son cosas que pasan, che pibe...

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