sábado, 23 de agosto de 2014

A lo mejor llegamos tarde, y todo...

Vamos a buscar en la bolsa del corazón, del cerebro y de la vida que es mía y de nadie más; para ver qué es lo que siento y padezco. No es fácil, porque soy un bisoño y un tonto que difícilmente comprensible se revuelve y más que no sabe hablar en otra cosa que en 1ra persona del singular. Pero sería más raro hablarlo del plural.

Lo que pasa es que, como en otras ocasiones, me siento como muda de bicho, como falso fantasma y figura que no es. Como sombra de la Caverna. Pero eso no es posible porque en realidad, soy bastante honesto con la realidad. NO se.
No se explicar lo inexplicable. Sólo soporto este momento de explosión que me indica que debo parar ya porque no lleva a ninguna parte este rio de letras digitales (sí, digitales porque las "digito" con los dedos. Si, bien chistoso yo, ¿eh?) y de locura espacial que no puedo decir. Quizás hablando de la musa se me pase. Pero la musa no existe.
Se llama Ima y ya les escribí sobre ella una vez, en otra parte de esta gran marea cibernética. Ima lo es para mi como lo es para ustedes, que me leen vouyeurs. Ima es una musa que no está en el Olimpo, junto con las otras Musas y Gracias. Ima es de todos. Es mujer, porque las mujeres han hecho parir el mundo; y además es bonita porque es diferente para cada uno de nosotros.
Yo no escribo sobre el amor porque el amor quiero vivirlo, quizás le haga poesias pero porque el Amor lo siento.
Quizás lo de por los abrazos porque el Amor lo expreso. Pero aún así, yo no hablo sobre el amor.
Ustedes no  saben el gusto de ahora que tengo: esa sensación maravillosa de oír fluir las letras, de teclear mecanográficamente es casi divina y musical,. Pero no sé, es escritura libre, como libres son mis pensamientos al fluir. No se qué contarles porque yo, aquí, se supone que no voy de cuenta cuentos sino de hojemblanco que leer y no me voy a apropiar del bello oficio de contar cuentos. No se qué contarles, pero a lo mejor les cuento por que no sé que contarles.
Verán, dijo una vez el bello y viejo Gabo (¡ay, Gabo! ¿por quñe te moriste cuando todos te queríamos inmortal? No para explotar te y leerte eternamente y para siempre, sino para verte vivir, para darnos seguridad; como lo hace un dios con sus piadosos creyentes. Gabo, por que te moriste si nunca te pude conocer. No pude viajar al DF de loco a verte y a besarte la mano como si fueras un Papa cenagoso y gigante. ¡Ay, Gabo! Ojalá fueses mi abuelo o mi padre, para encontrar una razón fuerte y lucida para quererte tanto como te quiero...) que para escribir bien hay que creerse mejor que Cervantes. Y bueno, tenía razón. Cervantes es la ostia. ¡Y es español, para colmo! Miguel era manco, pirata, bravo e hidalgo. Joder, todo lo tenía. Pero murió. Al igual que Garcia Marquez. Pero nos dejan sus letras, que es como si su conciencia siguiera a flote junto con nosotros.

¡Ay, Gabo! No se qué escribir para creerme mejor que Cervantes pero, créeme: allá donde putas estés te llegará algo mío escrito para superarte. Y creeme, puto viejo increible que te superaré, colombiano de los huevos.
Muere bien. Descansa en paz sabiendo que nos has hecho a todos (de vez en cuando, con tus letras amargas y solitarias) muy felices. tanto como para quererte por nuestro abuelo.


Y por eso, Big G, vuelvo a abrir este espacio.

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