viernes, 1 de julio de 2011

Verne se olvidó de poner el camino de vuelta a la Tierra...

Había una vez, en un lugar muy lejano, un político corrupto, pero ¿a quién demonios importa? Lo que vende es la sangre y sangre daré.


Es muy difícil escribir de la miseria cuando te encuentras en la gloria espiritual, en el Nirvana propio y personal, que es ser feliz (o que te hagan feliz, en mi caso). Estoy tan acostumbrado a escribir de cosas raras que se me hace extraño querer escribir de algo bueno, bonito y bello.


Tengo esa sensación que los franceses de los años 1789 en la Bastilla sentían: Revolución, Cambio, Vida, Aventura... Y me siento extrañado, pues no han sido mis principios en una vida conservadora y segura que se supone, debemos pretender conseguir.


Me hacen ser feliz las sonrisas y los que más me entristecen son los silencios y a la persona a la que amo sabe administrarlos inteligentemente, haciendo que cada vez que halla un silencio preocupante me sonría de forma que se me olvide el motivo. Solo hay una forma de expresar lo que siento: LA AMO
No a los cuatro vientos y presumiendo de amarla loca y revolucionariamente, sino ese amor intimo, seguro y cariñoso que se deben los amantes reales. Ese amor de ojos y de pequeños resquicios en su boca que me quedan por explorar con la paciencia de mi amor eterno e incombustible.
Y siendo realistas y menos culteramos, amo que me bese sin sentir asco y adoro creer que solo tiene ojos para mí y que me llame "tío bueno" sabiendo que es mentira y que solo quiere hacerme sentir bien, pero, como tantas veces dice, A Mí Me Da Igual

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